La biblioteca fantasma

Cenit en la hoguera

En el capítulo «Desfile de mártires y buitres» el Caballero Audaz cuenta cómo regalan varios ejemplares de las editoriales Aguilar y Cenit a una señora que necesita papel para calentarse en casa.

Anduve rastreando la biblioteca y di con algunos volúmenes de la Cenit y de algunas otras editoriales hermanas. En Libros prohibidos: la vanguardia editorial desde principios del siglo XX hasta la guerra civil he encontrado un pequeño resumen del origen de editoriales como Cenit, Dédalo, etc. En la página web sobre la exposición creada a partir del libro, se dice lo siguiente:

El estallido de las editoriales revolucionarias

Desde la última etapa del reinado de Alfonso XIII hasta el estallido de la guerra civil, España conoció un gran aumento de la producción y consumo de libros, con la edición de folletos y libros que pasó de 2.000 en 1928 a los casi 4.000 en 1933. Ante la censura creciente sobre las revistas, los empresarios del sector decidieron crear nuevas editoriales revolucionarias, de orientación claramente prosoviética y dedicadas a la lucha de clases. La primera fue Ediciones Oriente, y la siguieron Editorial Cenit, Ediciones Hoy, Ediciones Ulises, Dédalo, C.Y.A.P., entre otros. Eran ediciones no tan solo comprometidas con la revolución social sino también con las vanguardias del diseño gráfico. Además de publicar novelas, de autores como Benigno Bejarano, Georges Eckmo, Concha Espina o Robert Bouart, también importaron ensayos de los mejores pensadores del momento, como Rosa de Luxemburg, Karl Marx, Trotsky o Alexandra Kolontay.

La editorial Cenit fue creada por Rafael Giménez Siles, Juan Andrade y Graco Marsá. Se concibió en 1928 en una cárcel. «Antes de finalizar 1928 ya estaba en la calle su primer libro: El problema religioso en Méjico. Católicos y cristianos, de Ramón J. Sender, precedido por un interesante prólogo
solidariamente firmado por Valle Inclán, quien quiso apoyar así de manera explícita los afanes renovadores anunciados por Cenit» (Gonzalo Santonja. La República de los libros). Según cuenta Sender, el prólogo fue escrito por la propia editorial y firmado por Valle.

Santonja cita otro testimonio sobre el nacimiento de Cenit. Es de José Venegas (Andanzas y recuerdos de España):

Este éxito -se refiere al de los volúmenes iniciales- fue la ruina de Ediciones Oriente. Habíamos planeado el asunto con fines desinteresados, sin otro propósito que la propaganda revolucionaria, y nos encontrábamos con que prometía ser un gran negocio. Inmediatamente cada uno de los del grupo pensó en fundar una editorial propia. El primero fue Giménez Siles. Lo proyectó antes de salir de la cárcel. Allí estaba también Graco Marsá y ambos se pusieron de acuerdo para fundar una editorial. Invitaron a incorporarse a ella a Juan Andrade, que iba a visitarles a la prisión, y que era de todos nosotros el que estaba en mejores condiciones para contratar los libros que pretendíamos, porque había militado desde antiguo en partidos extremistas, se había vinculado a muchos revolucionarios europeos, conocía idiomas y mantenía correspondencia con los intelectuales de izquierda de diversos países. Unidos los tres fundaron la editorial Cenit, y Siles, en vez de ser un colaborador de Ediciones Oriente, se convirtió en un competidor […]

En la editorial colaboró también Mariano Rawicz, otro viejo conocido de la Biblioteca Fantasma, quien en sus memorias habla de su trabajo en la editorial. El catálogo de ésta es amplísimo. Las cubiertas de sus libros son toda una exposición de vanguardia, atractivas y sugerentes.

También guardo libros de otras editoriales como Ulises, Dédalo, Historia Nueva…

Un Comentario

  1. Sexto Empírico

    Bremaneur,

    Excelente entrada que nos muestra algunas las ideas que los «vanguardistas» de los años veinte tenían sobre la ilustración y diseño de las portadas. Menciona usted en la entrada el excelente trabajo de Gonzalo Santonja, uno de los que más sabe en España sobre la literatura y novela del primer tercio del siglo XX. Y la aparición de Santonja me lleva a pensar que seria bueno una comparación de las portadas de editoriales como Cenit, CIAP, etc y las de la Novela Proletaria, la Novela Roja, la Novela Ideal, aquellas novelitas de pequeñas páginas que se vendían en los kioskos y cuyas pretensiones, en términos literarios, eran mucho más modestos. Tal vez usted tenga copia de algunas de tales portadas.

    No sé si estoy equivocado, pero yo en las portadas de Cenit veo una influencia del movimiento gestaltista alemán de principios de los años veinte y su estudio de la percepción visual, que tanta influencia tuvo, por ejemplo, en la Bauhaus.

  2. Me leyó el pensamiento, Sexto. Tenía preparadas algunas portadas de aquellas novelitas, pero para incluirlas necesitaba extenderme un poco más, y estoy muy vago y muy perro. Allá van dos.

  3. miguel pecina

    Salud a todos, descreídos y creyentes. Desde hace tres días ando enfrascado en su/nuestra y siniestra biblioteca y, la verdad, estoy disfrutando de lo lindo. Sobre Graco Marsá he encontrado en la Enciclopedia del anarquismo español (de Miguel Iñiguez) la siguiente referencia :
    «…evolucionó hacia el conservadurismo (ingresó en las filas de Lerroux)».
    Aunque no sea el tema, pues parece que han dejado aparcado lo de las checas, quiero citar dos libros de Jesús Galíndez (o de Galíndez, como él firmaba) :»Los vascos en el Madrid sitiado» (subtitulado «memorias del partido nacionalista vasco y de la delegación de Euzkadi en Madrid desde septiembre de 1936 a mayo de 1937»), Ed.Ekin, Buenos Aires, 1945;
    y «Estampas de la guerra», Ed.Ekin, 1951. En este segundo libro, más novelesco y menos interesante, recrea alguna de las peripecias («a través de las checas», por ej.) vividas por el autor. En el Madrid del terror hubo, además de los del Cerro y «el ángel rojo», algunos otros de diferente color. Galíndez, brazo derecho de Irujo en Madrid, quizá no llegase a ángel pero sí a serafín, a juzgar por el número de salvamentos en los que intervino. A propósito de Irujo cuenta G.Oliver que, cuando el vasco le sucedió en el cargo de ministro de Justicia, algunos anarquistas trataron una vez más de tomársela por su mano. Esta vez fue Marianet quien propuso «a este tío hay que cepillárselo». Puede que esto sea una fantasía más de G.Oliver en sus memorias. En todo caso, no mía. Corto ya, que éste no es el tema.
    Mikel Agote

  4. Rufián melancólico

    Si hablamos de las editoriales Cenit, Ulises, Oriente, Zeus, Dédalo… es obligatorio hacerlo de Mauricio Amster. Él fue quien cambió todo el concepto de lo que era una cubierta para un libro popular y su talento, mucho mayor que el de su compañero Rawizc, se desparramó con una generosidad desbordante en cientos y cientos de publicaciones.

    En Abril de 1997 el IVAM de Valencia, dirigido entonces por Juan Manuel Bonet, le dedicó una importante exposición retrospectiva. Fue a partir de esta exposición cuando sus cubiertas se convirtieron en objeto de deseo para muchos coleccionistas. Hasta entonces sólo unos pocos conocían y admiraban su obra. También con motivo de esta exposición se editó el libro de Rawicz de La Veleta. Del catalogo de Amster hay que destacar los textos de Juan Manuel Bonet, Carlos Pérez, Andrés Trapiello y Patricia Molíns.

    Y no debemos olvidar a la editorial Fénix y su colección Vida Nueva. Les dejo algunas muestras de la calidad gráfica de sus ejemplares.

  5. Sexto Empírico

    Salud también para usted, Mikel,

    Estoy de acuerdo usted en que este no es el tema y me propongo abstenerme de seguir con él en esta entrada. Pero sí me compatir con usted y con los amigos algunos puntos.

    El libro de Galíndez fue y es muy importante por ser el primer testimonio público de los asesinatos de Paracuellos, en el ya lejano 1945. La información a Galíndez se la proporcionaron Schlayer y el delegado de la Cruz Roja (organización ésta que sí merece el apelativo de Ángel y de todos los colores y una entrada en esta BF). La gran editorial Txalaparta ha hecho un gran servicio a la sociedad vasca y no vasca al reeditarlo y la felicito por ello. Aprovecho para recomendar echarle una ojeada a su fondo, porque contiene cosas muy interesantes.

    Dicho lo anterior, también es preciso señalar que Galíndez infla su actuación y la de sus colegas de modo desproporcionado, haciendo más una labor de propaganda que de testimonio totalmente honesto. Vayan dos ejemplos para mostrar lo anterior. Las llamadas «milicias vascas» también detuvieron y asesinaron a algunas personas en Madrid (las denuncias están en la Causa General) y de ello ni una palabra, ni tampoco de dónde las detenían ni quienes las componían. Un segundo ejemplo, no menciona que el gran interés que el ministro sin cartera Irujo tenía por los presos estaba motivado en gran medida porque tenía un hermano detenido por Mola y al que un consejo de guerra había condenado a muerte. Los presos fascistas le servían de moneda de intercambio y que al final consiguió dicho intercambio y liberaron a su hermano. Los asesinatos en Madrid sin duda perjudicaban sus intentos de salvación y comprometían gravemente la suerte de su hermano. De esto Galindez no dice ni una palabra. El ministro Irujo miraba por lo suyo. No ocurrió así, por ejemplo, con el hijo de Largo Caballero, detenido por Queipo en Sevilla. Tampoco es muy honesto Galíndez al acusar a Schlayer de quintacolumnista y espía, porque lo mismo podría decirse de él en el otro bando. Por último, no debe dejar de mencionarse que nadie que no fuera vasco o de ascendencia vasca era de interés para estos delegados del Gobierno vasco y su uso depalbras como las «turbas» es claramente sintomático de su identidad social.

    No estoy muy versado en las jerarquías celestes, pero creo recordar que debajo de los serafines están los benjamines. Ese sería todo lo más el puesto del espía de la CIA, Jesús de Galíndez.

    Respecto a lo que dice García Oliver de Marianet, probablemente sea cierto. No debe olvidarse que Irujo era el ministro de justicia que inició el proceso contra Marianet por contrabando y evasión de capitales. No me sorprendería nada que Marianet intentase que alguien le hiciese el trabajo sucio. Entra en su estilo.

  6. Otra cubierta de Amster.

    Esta mañana me han regalado un catálogo sobre las vanguardias literarias argentinas. Estoy sorprendidísimo con la calidad de los artistas que trabajaron las cubiertas de libros argentinos. Una auténtica joya.

  7. La editorial Txalaparta tiene títulos muy interesantes, Sexto (si no recuerdo mal, hay algo publicado de Helios Gómez en ella), pero hay otros infames. Recuerdo un texto lisérgico que desmenuzaba Juaristi en El bucle melancólico. Era de un tal Rodríguez que mentaba a los profesores que se «autoexplicaban» en sitios como Egin y Txalaparta. No tenía desperdicio.

    Por ejemplo, hay un libro en su catálogo, «Pornoterrorismo», que se presenta así: «¿Acaso hay fusión más hermosa que la de las palabras ‘porno’ y ‘terrorismo’?». En fin, se me ocurren algunas fusiones de palabras acerca de quien ha escrito esto y de toda su parentela, empezando por su madre, que si no son más hermosas, sin duda serían más llamativas.

  8. Sexto Empírico

    Bremaneur,

    Estoy totalmente de acuerdo en que tiene cosas infumables, pero tiendo a tratar de ver sólo los libros buenos que han publicado y hay muchos. Como no es una obligación comprar los otros, sigo recomendandola. Por mencionar algunos que se me ocurren: El de Scott, el gran antropologo americano, «los dominados y el arte de la resistencia», que explica muchas formas de conducta, sin ir más lejos, las de los campesinos españoles; o los libros de Osvaldo Bayer sobre Di Giobani y la Patagonia Rebelde, o esa autobiografia novelesca que es la Revolución por el trabajo de Lucio Urtubia. Si contar los muchos de Chomsky o James Petras o Edward Said. Es cuestión de seleccionar lo que le viene mejor a cada uno. Pero el fondo editorial es bueno y a buen precio.

  9. Rufián melancólico

    En fin, una vieja discusión la de la editorial Txalaparta y sus querencias, o mejor dicho, tutelas.
    Cambiando el tercio. De toda esta historia sobre Cenit, Amster, Rawicz… creo que el personaje cardinal es Rafael Giménez Siles, el Munzemberg español sin discusión, y quizás su agente de confianza en estos pagos.
    Repasar su biografía de preguerra, guerra y exilio, es muy aleccionador. Afortunadamente para los seguidores de sus andanzas, entre los que me cuento, dejó en su vejez abundantes testimonios autobiográficos:
    Guión autobiográfico profesional (1978)
    Testamento profesional (1980)
    Retazos de vida de un obstinado aprendiz de editor, librero e impresor (1981)
    Todos estos libros fueron publicados en Méjico por la Impresora Azteca.
    Yo conservo tan solo fotocopias de algunos capítulos de estos libros, pero la verdad es que prisionero de mi desorden ni siquiera se donde encontrarlas ahora. Intentaré buscarlas y comentar algunas cosas de interés.

  10. Rufián melancólico

    Imagino que alguna vez se habrán fijado en la llamativa cabecera de Mundo Obrero.
    Aunque nunca se dice, por ignorancia más que otra cosa, y porque no venía entonces a cuento firmar su autoría, es más que evidente quien fue su autor: Mauricio Amster.

  11. Rufián melancólico

    LIBRERÍAS DE CRISTAL

    De la actividad de Rafael Giménez Siles en el exilio mejicano he encontrado en internet algo que merece la pena.

    El 7 de julio de 1939 se constituye Ediapsa (Edición y Distribución Iberoamericana de Publicaciones, S.A.), cuyos fundadores, entre otras personalidades del medio político y cultural de México, fueron Don Martín Luis GuzmányDon Rafael Giménez Siles, quien fungió como su primer director por casi 40 años.Entre los primeros accionistas estuvieron Pascual Gutiérrez Roldán, Luis Henríquez Guzmán, Adolfo López Mateos, Luis Legorreta, Carlos Trouyet, y las instituciones Banco Capitalizador de Ahorros, Financiera Algodonera de Fomento Industrial, Banco Metropolitano y la Productora e Importadora de Papel (PIPSA).

    La nueva empresa inicia la edición y distribución de publicaciones en toda Hispanomérica y en 1939 inaugura su primera librería: la Librería Juárez, ubicada en las calles de Humboldt y Avenida Juárez, la cual cerró sus puertas en 1940, y abre la primera Librería de Cristal (conocida también como Librería de Cristal de la Pérgola), en la Alameda central, a un costado del Palacio de Bellas Artes, y que fue bautizada con ese nombre gracias a Giménez Siles, quien se inspiró en las características del local, que contaba con un escaparate de más de 40 metros, y en memoria del Palacio de Cristal, situado en el Parque del Retiro, en Madrid, donde él había organizado la primera Feria Internacional del Libro.

    En esta primera Librería de Cristal se colocaron bocinas cuya música llegaba a los jardines de la Alameda y a sus alrededores. Estaba dividida en cuatro secciones: librería general, libros técnicos, libros infantiles y libros económicos, distribución que permitía al visitante ubicar fácilmente los libros de su preferencia, ya que fue una de las primeras librerías que suprimió el mostrador permitiendo un contacto directo entre el libro y el comprador, quien después de elegir pasaba directamente a la caja a pagar.

    Además, en la planta alta se instaló una sala de exposiciones de pintura, en la cual se exhibían las obras de, en aquél entonces, jóvenes talentos como Remedios Varo y Alberto Gironella, se daban conferencias (la primera fue de Alfonso Reyes) y había un café literario, llamado el Café de Cristal, en el cual se llevaban a cabo tertulias literarias al estilo de los célebres cafés de Paris y Madrid, y donde se reunían muchos intelectuales de la época, como José Vasconcelos, Ermilio Abreu Gómez, Salvador Novo, Artemio de Valle-Arizpe, Martín Luis Guzmán, Alejo Carpentier, Octavio Paz, Pablo Neruda, Juan José Arreola y otros más.

    Por su construcción y características, el New York Times la consideró, en su momento, la librería más extraordinaria del mundo. Esta sucursal abría los siete días de la semana, desde las ocho de la mañana hasta la medianoche, lo que originó la costumbre de visitarla a altas horas de la noche.

    En 1952 abre sus puertas la sucursal ubicada en Río Nazas No. 45, en la colonia Cuauhtémoc, y para 1967 la cadena ya cuenta con 10 sucursales en el D.F. y la primera en provincia, la Sucursal Toluca, dando inicio a una gran expansión con la finalidad de llevar la cultura a través de los libros a todos los estados de la República y convirtiéndola en la cadena más grande e importante de México.

    En 1973 debido a la construcción de una línea del metro, y a pesar de los reiterados argumentos en defensa de la librería esgrimidos por Martín Luis Guzmán, cierra sus puertas La librería de la Pérgola en la Alameda con la que se inició la cadena. En julio de 1975, después de casi 40 años, Giménez Siles se jubila, habiendo establecido 18 librerías en el D.F. y 10 en provincia, y deja la dirección en manos de su hijo Rafael Giménez Navarro.

    Entre las sucursales abiertas cerca de un cine, de acuerdo a la política establecida por Giménez Siles, podemos recordar las de Manacar, Paseo, Chapultepec, Insurgentes, Ariel, Diana y las Américas.

    Posteriormente, a la muerte de Martín Luis Guzmán, en 1976, Giménez Siles decide vender las librerías, por lo que le pide a Jorge Flores del Prado que busque a 10 editores para que se queden con la cadena de 28 Librerías de aquel entonces. Los que aceptaron la propuesta, fueron: Carlos Noriega de Editorial Limusa, Francisco Trillas de Editorial Trillas, Alfonso Noriega de CECSA y Librería Letrán, Joaquín Diez-Canedo de Editorial Joaquín MortizJosé Luis Ramírez de Editorial Diana, Luis Fernández de Fernández Editores, José Hernández Azorín de imprenta Madero, Enrique Reyes Morfín de Representaciones y Servicios de Ingeniería y el propio Jorge Flores del Prado de Encuadernadora Suari.

    En la actualidad, después de múltiples movimientos accionarios, Editorial Limusa (con la mayoría de las acciones) y Editorial Trillas son quienes siguen al frente.

  12. miguel pecina

    Sexto, agradezco su respuesta a mi comentario sobre los libros de Galíndez. Bastante de acuerdo con lo que dice. Como no quisiera mear fuera de tiesto otra vez, haré sólo una escueta observación al tema portadas de libros, folletos y revistas anarquistas de los años treinta.
    En el muestrario que proporciona Bremaneur hay un buen ejemplo de ilustración clásica o/y arcaísmo. Me refiero a la portada del librito de Federico Urales «Sembrando flores» (título tan ñoño como los de su hija Federica). En general, las publicaciones de esta familia («La Revista Blanca», «La novela ideal» etc.) no tienen mucho interés en cuanto a modernidad gráfica. Los vanguardistas Renau y Monleón colaboraban en «Estudios» de Valencia, y Helios Gómez, me parece, lo hacía en publicaciones que escapaban al control de la familia Urales. Salut et Fraternité!
    Mikel Agote

  13. Rufián, gracias por traer ese texto. Hay muchos detalles que me sorprenden, como el que fuera la primera librería en la que el cliente podía tener a mano el libro.

    Mañana pensaba ir al Ibero a consultar alguna de las memorias de Giménez Siles, pero veo que no tienen ningún libro de él. Ya es delito.

  14. Rufián melancólico

    Mikel, Sexto, cuando habláis de Galíndez y de su libro sobre los vascos en el Madrid sitiado no hacéis ninguna referencia al libro -Galindez- de Vázquez Montalban
    Que yo recuerde fue para mi la primera noticia de la existencia de Galíndez y de su trágico final a manos de aquel tirano que se llamaba Leonidas Trujillo. Tiempo después apareció el libro de Txalaparta. Aunque no soy un fan de Vázquez Montalbán creo que el libro era realmente bueno y muy aconsejable para los que quieran saber más de este personaje.

  15. Sexto Empírico

    Rufián,

    Estoy de acuerdo con lo referente a libro de vazquez Montalban, creo que es un muy buen libro y que su autor hizo un maginifico trabajo de investigación y novelación, a la vez que descubrió las relaciones del PNV con los servicios secretos de USA, relaciones que por cierto ya habían comenzado en España durante la guerra. No obstante, creo recordar que en el libro Vazquez Montalban no menciona el libro de Galíndez, ni sus denuncias de los asesinatos de Madrid.

  16. miguel pecina

    Sexto y Rufián,
    Sus comentarios parecen autorizar la deriva de los continentes en lo que a Galíndez se refiere. Vázquez Montalbán, en mi opinión, escribió sobre este personaje una de sus mejores y más ambiciosas novelas. Se documentó a fondo pero ignoro si conocía los dos libros sobre Madrid. Que yo recuerde V.Montalbán no menciona las andanzas estudiantiles madrileñas del vasco
    -bachillerato y facultad de derecho- ni tampoco sus peripecias y malandanzas de «pimpinela».
    Cuando estalla la guerra Galíndez tenía veinte años y, desde luego, comenzó a familiarizarse con los servicios secretos de todo pelaje. Creo, sin embargo, que la conexión con los americanos arranca de su etapa neoyorkina. Llega a Nueva York en febrero de 1946 y, de la mano de Irala, el delegado del gobierno vasco, establecería esas relaciones.
    Durante la segunda guerra mundial el P.N.V. mantuvo ,sobre todo, relaciones con los servicios secretos británicos. Después los americanos tomaron el relevo. En cuanto a la palabra «espía», utilizada por Sexto, habría que entenderse sobre la misma. ¿Espía, agente secreto, como en las películas? Galíndez fue, desde 1947, colaborador de la CIA e hizo espionaje a favor de los americanos hasta su desaparición y muerte en 1956. En aquel contexto, otros muchos -republicanos, socialistas, poumistas- colaboraron. ¿Quién financiaba a Víctor Alba, la revista «Ibérica» de Victoria Kent etc.? Vamos, que me entran ganas de cantar el «andan que te ondulen con la permanen(t)» de Celia Gámez, no por faltar al respeto, sino por lo de «se lo pues decir a Victoria Kent…». No sé si me he explicado bien : conviene tener en cuenta el contexto. En los años setenta «espía de la CIA» era una mancha de infamia. En 1956 no tanto. La novela de V.Montalbán es buena porque da cuenta de la complejidad del personaje Galíndez y de la época. Acabo aquí la deriva y les renuevo mi «Salut et Fraternité!», que tomo prestado a los revolucionarios de 1793 que guillotinaron menos de lo que se suele decir.
    Mikel Agote

  17. Sexto Empírico

    Mikel,

    En todo de acuerdo. Lo de «espia» era por usar un tono novelesco. Nada de 007. Informadores y colaboradores, activos y pasivos, conscientes e inconscientes, de los servicios secretos de USA, Francia y Gran Bretaña los hubos en todos los partidos y sindicatos.

  18. Rufián melancólico

    Cierto Mikel. Yo siempre he sospechado que la conexión de Casado con los servicios ingleses, más que evidente en el final de la guerra, tocó a otros de aquel Consejo Nacional de Defensa. El exilio londinense de Salgado, Val, García Pradas, y la protección que les brindó el Foreing Office durante años y años tiene más miga de lo que se ha contado. Guzmán, en sus anónimos a los órganos libertarios del exilio apunta también en esta dirección. En cualquier caso muy pronto esa colaboración sería la de «amigos de los aliados en la lucha contra el nazismo»
    Pero insisto, esto solo son, hoy por hoy, suposiciones.

    Página de «La traición de Stalin. Cómo terminó la guerra de España», de J. García Pradas (N. York, 1939).
  19. Rufián melancólico

    Estupenda aportación Bremaneur. Ese libro de García Pradas es realmente difícil de encontrar. Yo lo pude leer hace años en las fotocopias que guardaba Eduardo de Guzmán.
    En 1948 Pradas escribió una ampliación: Rusia y España. Mi ejemplar lo encontré en París en el mercado de las pulgas. Está editado en Toulouse por las ediciones Tierra y Libertad en 1948.
    En la contra se anuncia la próxima aparición de otro volumen de García Pradas:
    Guerra Civil (Epopeya poética de la revolución española) que ignoro si llegó a publicarse.
    Su último libro, ya publicado en España por G. del Toro en 1974, es ¡Teníamos que perder!
    En realidad un refrito como el mismo explica en el prólogo de los dos libros anteriores.
    Ya lo dije en otra ocasión. El anticomunismo de Pradas, al igual que el de Salgado, es visceral, enfermizo, o paranoico hasta la caricatura. Este es el contenido fundamental de su obra.

  20. Las gracias hay que dárselas al Astrónomo, que también lo tengo colectivizado. Las Pulgas… qué ganas tengo de perderme de nuevo en ese laberinto… y en el rastro… y en los encantes… ¡esto no es vida!

  21. Rufián melancólico

    Y error imperdonable, olvidaba citar el más sabroso de los libros de Pradas, el inédito: «El fin de la vergüenza», cuyo manuscrito se encuentra en el archivo de Amsterdam y donde ajusta sin piedad las cuentas pendientes con Eduardo de Guzmán.

  22. miguel pecina

    Gracias a Bremaneur y al Astrónomo por el link de «La traición de Stalin» que favorece la deriva y desorden de nuestros comentarios. En el libro de García-Pradas que no conocía hay de todo : verborrea panfletaria, odios africanos(contribución importante a la leyenda negra de Negrín), anécdotas sabrosas como las referidas al frente (el burro cargado de latas de sardinas, obsequio de los nacionales, que los republicanos no devuelven por habérselo comido también, episodio que me ha recordado la novela «La mula» de Juan Eslava), retratos de Miaja y un largo etcétera, así como hechos en los que participó que convendría trillar (hay mucha paja) y verificar.
    Me ha intrigado también la alusión de Rufián a «El fin de la vergüenza», el inédito de Pradas, ajuste de cuentas con Eduardo de Guzmán. ¿De qué fecha es el manuscrito? ¿Qué cuentas pendientes son ésas? Pradas fue prologuista de «Madrid rojo y negro» (1938), ¿era ya entonces enemigo de E. de Guzmán?
    Leí hace más de treinta años «El año de la victoria», «Nosotros los asesinos», el libro sobre Hildegart etc. y, la verdad, de Guzmán me pareció un testigo honesto. Luego me enteré de que, en 1965, había firmado con otros cenetistas los famosos «cinco puntos». En el punto primero se especificaba : sindicato único y sindicación obligatoria (como durante la guerra civil) dentro del sindicato vertical. Este ofrecimiento de colaboración con el franquismo puede considerarse como un baldón o un error de talla en la carrera de Eduardo de Guzmán. ¿El arreglo de cuentas «ok corral» de Pradas tiene que ver con este asunto? Tuvo Goodman que tirar de revólver como en sus novelas del oeste? Demasiadas preguntas para terminar el año. Que el 2011 les/os/nos sea propicio. Urte berri on
    Mikel Agote

  23. Astrónomo

    Miguel Pecina, gracias por sus aportaciones y por su interés.

    He aquí lo que escribió el Rufián en esta Biblioteca Fantasma, bajo el título “Desafectos, derrotistas, quintacolumnistas y demás ralea” (14 dcbre. 2010):

    <>A Pradas y Salgado, esto no lo cuenta Luis Romero, les exigieron sus captores un comunicado defendiendo a los insurrectos contra Casado y condenando al Consejo Nacional de Defensa. Salgado se negó; Pradas no, lo escribió. Y fue publicado.

    >>En el ajuste de cuentas personal en los años 70 entre Guzmán y Pradas la cosa llegó a tal nivel que cuando Guzmán enfermó, escribió una larga carta a Pradas y se la entregó a su mujer, Carmen Bueno, pidiéndola que si él moría antes que Pradas y éste publicaba su libro contra él, la publicase y la diera conocer. Yo tengo la fotocopia de esa carta, me la dio Carmen Bueno, pero la tengo gracias a una promesa de no publicarla y darla a conocer.

    >>En la carta Guzmán va a la yugular y cuenta cosas terribles de Pradas, Salgado y Val, los capitanes Araña, que así los llamó siempre, y habla de como Pradas se derrumbó y escribió el comunicado de marras cuando los detuvieron y como luego pedía fusilamientos y cabezas a troche y moche para ocultar su bochorno, y también habla largo de lo que pasó en Gandía cuando había que subir como fuera al “Galatea” y qué es lo que hizo allí Pradas, y de la quinta columna en relación a Salgado cuenta otras cosas que son difíciles de digerir.

    >>En los años 50 Guzmán se dedicó a realizar informes anónimos sobre todo esto que eran enviados a los distintos organismos confederales y a personalidades del mismo. Sin dar la cara, por la espalda, y Pradas le descubrió. Y ahí empezó la guerra.>>

    Espero que lo anterior dé respuesta a sus preguntas.

    En cuanto a “La traición de Stalin”, también yo acabo de leerlo. Su redacción terminó en julio de 1939, y se aprecia que por entonces García Pradas tenía en alta estima a Eduardo de Guzmán. De modo que la enemistad y el arreglo de cuentas son posteriores: tristes disputas entre los vencidos.

    A mi ver, los aspectos más interesante de este libro son el relato de hechos referentes al Consejo de Casado y las informaciones sobre los embarques de última hora en barcos y aviones desde Levante.

    También es interesante lo que cuenta sobre el humor tenebroso que imperaba en Madrid en los momentos previos al fin de la guerra. Y aunque el epílogo anticomunista pueda parecernos demasiado largo, hay que tener en cuenta que esta parte del libro fue escrita tras el pacto Molotov-Ribbentrop.

    En cuanto a si Guzmán se apuntó o no al cincopuntismo, no me atrevo a considerarlo “un baldón”: eran momentos de confusión y extravío en los paroxismos agónicos de la CNT.

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