La biblioteca fantasma

Elogio de la huida

Toda huida arrastra consigo la nostalgia de lo que se abandona y la incertidumbre de lo que se espera. La guerra civil fue un laboratorio de fugitivos, y muchos dejaron constancia escrita de esa angustia. Lo natural es encontrar en sus páginas miedo, rencor y desprecio, el grito cáustico del animal que ha olido la muerte. Por ello sorprenden especialmente la mesura y la contención de las novelas cortas de A sangre y fuego. Se trata de episodios elegidos entre los cientos de historias de los primeros meses de guerra y que debieron de llegar a oídos de su autor en la redacción del diario Ahora, del que era el “camarada director”. Pero Chaves Nogales no hizo uso de la patente de odio. Todo lo contrario. En estos cuentos tensos y angustiosos, brillantemente escritos, nadie hallará rastro alguno de cainismo. Ningún libro sobre la guerra civil recogerá como éste la esencia de lo dicho por Paul Valéry: La syntaxe est une faculté de l’âme.

A sangre y fuego es un ejercicio de taxonomía, una forma de ordenar el catálogo de los héroes, bestias y mártires de España empeñados en el diario afán de la guerra. Chaves Nogales dirá que lo escribió para librarse de la congoja de la expatriación: “España y la guerra, tan próximas, tan actuales, tan en carne viva, tienen para mí desde este rincón de París el sentido de una pura evocación”. No le sería agradable traer a la memoria las escenas que vivió en Madrid. Quizá por ello las camufló en forma de ficciones, lo que no deja de ser insuficiente, sin que esto vaya en detrimento de su calidad literaria. Porque lo mejor de este libro, siendo todo él bueno, está en las páginas donde habla de sí mismo: el prólogo que fundamenta estos relatos, posiblemente el más certero y brillante de toda la literatura española y pórtico imprescindible para todo aquél que quiera escudriñar los entresijos de aquella guerra. Su lucidez parte de la sobria denuncia de la barbarie de ambos bandos, sin caer en la retórica mentirosa del melodrama o en la álgida y enervada de la propaganda. De haber hecho gala de su oficio de periodista, escribiendo una crónica fiel de los sucesos de España, es probable que hubiera logrado un resultado semejante al de La agonía de Francia, acaso el mejor de sus libros. Pero no era fácil, porque hacerlo suponía jugarse la vida. [Continúa: Sergio Campos Cacho. Elogio de la huida]

Chaves Nogales. Monográfico coordinado por Juan Bonilla y Juan Marqués. Sevilla: La Isla de Siltolá, 2012. 88 p.

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Chaves Nogales y Luis de Baeza Echarri. Fuente: BNE.

La vuelta a Chaves

Anotaciones sueltas sobre Chaves Nogales, de Andrés Trapiello.

El maestro Chaves Nogales que estaba allí

El incómodo habitante de la ciudad, de Eva Díaz Pérez.

La voz de los que no la tenían, de Juan Bonilla.

El hombre del tiempo, de Juan Marqués.

«Todo lo ruso es triste», de Fernando Iwasaki.

El maestro Juan Martínez estaba allí, de Jordi Amat.

El matador y el repórter: Belmonte y Chaves Nogales, de Felipe Benítez Reyes.

Elogio de la huida, de Sergio Campos Cacho.

Madrid atacada desde fuera y desde dentro, de Juan Bonilla.

Humaredas recuperadas, de Nicolás Sesma Landrin.

Testamento liberal, de Jordi Amat.

El oficio de contar, de Daniel Gascón.

Entrevistas

María Isabel Cintas.

Conversación con dos editores de Chaves Nogales: Luis Solano y David González.

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Un debate.

Un Comentario

  1. Enhorabuena por la entrada. Últimamente me estoy encontrando muchas noticias relativas a Chaves Nogales, del que, aparte del nombre y una idea bastante general, apenas tenía datos. Leyendo tu artículo, creo que ya no puedo evitar hacerme con alguna de sus obras. Muchas gracias

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