La biblioteca fantasma

Desmemoria de García Atadell, Paracuellos y Amor Nuño (I)

Por El Rufián Melancólico

A la memoria de Quico Rivas

Una y otra vez salen a la palestra estos nombres cuando se habla o escribe sobre la represión de retaguardia en la llamada zona leal. El último, el cenetista Amor Nuño, es un recién llegado a esta triste nómina. Lo ha hecho de la mano del escritor Jorge Reverte que le atribuye, junto a Santiago Carrillo, un papel decisivo en las sacas de presos realizadas en las cárceles madrileñas en noviembre del 36. Sabido es que una gran parte de estos presos, cerca de 2.000, fueron fusilados sin formación de causa en los aledaños de Paracuellos, Torrejón y Rivas Vaciamadrid.

Respecto al tipógrafo socialista García-Atadell, su nombre no ha dejado de aparecer en libros y periódicos desde el día y hora, 26 de noviembre de 1936, en que fue detenido a bordo del barco Mexique en el puerto de Santa Cruz de la Palma.

El último en desenterrar a Agapito García Atadell ha sido Joaquín Leguina. Sin entrar todavía al fondo de su artículo, adelanto que comparto en gran medida sus tesis, resulta penoso comprobar su ignorancia en lo que atañe a la vida y obra de su correligionario.

El hecho de que esta desmemoria, más hija del desinterés o la pereza que de otra cosa, se repita con tanta insistencia, que se aventuren hipótesis tan endebles, cuando no absurdas, como el papel decisivo de Amor Nuño en Paracuellos o volviendo a Leguina, atribuir la fuga de Atadell al conocimiento que tenía de una inminente detención por orden de Prieto, no es de recibo.

Dado el cariño que en esta Biblioteca Fantasma profesamos a los renegados de todos los pelajes y ya que Agapito demostró en sus últimos momentos méritos más que de sobra para acreditar tal condición, será éste el primero en comparecer. Démosle la bienvenida a nuestros salones.

La brigada en sus días de esplendor


No, gracias, Agapito; no quiero más.
Y Rosario Yáñez, retiraba la fuente con la roja langosta.
García Atadell la contemplaba con admiración. Era un hombre joven, bajo, nervioso. Sus ojos miopes, naufragaban bajo unos gruesos cristales, cargados de dioptrías.
Obsequiaba con cenas untuosas en el palacio de su brigada a los condenados. Vivía en el hotel de los Condes del Rincón, entre la calle de la S. y la Castellana. Atadell había conservado su antiguo boato. Las criadas, con cofia y delantal blanco, servían la mesa con la misma ceremonia que antaño. Conservaba el jardinero, el antiguo coger y el cocinero, con su gorro blanco entre las sartenes.
Muchas noches, cenaba con individuos que iba a ejecutar al día siguiente. Era un hombre extremadamente inteligente, sádico y refinado. Carecía de pasión; un marxista perfecto. No asesinaba por odio, simplemente eliminaba por motivos económicos. Y en torno de él giraban las pasiones de los otros, que él dirigía y aprovechaba. Aproximaba un plato a Rosario:

– ¿No quiere usted un poco de fruta?

Obsequiaba a sus clientes con uvas de Almería. Rosario llevaba dos días en aquella casa. La habían detenido las brigadas de Atadell a las cuatro de la tarde, cuando no era posible repetir la seducción del baño. Atadell la contemplaba con admiración y colocaba sobre el mantel sus flores favoritas.

– Tú te quedas aquí hasta que te busque una Embajada.

Se levantó porque le llamaban al teléfono. Era Lino, desde la Dirección de Seguridad. En el cuarto de al lado, entre unas viejas sillas y un reloj antiguo se apretujaban los condenados. Les servían para cenar ternera, fruta y vino, de la bodega de los Condes.
En el salón principal de la casa, estaba reunido el Tribunal sentenciador. En el dintel de la puerta, ponía un letrero con letras azules: “Brigada Atadell”.
El feroz Ángel Pedrero presidía el tribunal. Era barbudo, verdoso, taciturno. Le acompañaban Ortuño y Antón Albiach.
Eran jueces y verdugos. Se daban el gusto de escoger a las víctimas que ejecutaban de madrugada.

– ¿Cómo te llamas?
– Juan López.

Juzgaban a los obreros de “ABC” que habían hecho fracasar la huelga organizada por Agapito.

– Con esos hay que ser muy duro.

Comparecían también los hermanos Miralles.

– Sois los que estuvisteis en la cárcel por tirar contra el pueblo.

Los reos se defendían.

– No tenemos que ver nada con ellos. Nosotros somos dueños de una carbonería.

A pesar de sus protestas los ejecutaron de madrugada. Les registraron. Entonces se dieron cuenta de su error. No tenían nada que ver con los de Maldonado, 4.

– ¿Sabes, Ángel, que me parece que tenían razón?
– ¡Qué más da!

Atadell telefoneaba a su mujer:

– ¿Qué tal, Piedaíña? ¿Estás contenta?

La adoraba. Había sido monja y la había raptado de un convento para casarse con ella. Confiaba a Rosario Yáñez sus proyectos:

– Hay que huir de aquí. Las milicias sólo quieren sangre. En cuanto reúna algún dinero me marcho a Cuba.

Atadell sentía una marcada inclinación por la gente elegante. Es cierto que fusilaba a Condes y a Marqueses, pero luego invitaba a tomar el té a sus viudas. El día anterior había almorzado en una casa aristocrática con dos Embajadores extranjeros. Y se envanecía de ello.
Y su gente, llena de barbarie, subía de noche, de la intemperie de la calle a la tibieza de los hogares dormidos. Despertaban a los dueños, fumaban junto al viejo balcón con la palma de Ramos.

Agustín de Foxá. Madrid de corte a cheka. 2ª ed., corr. y aum. San Sebastián: Librería Internacional, 1938, p. 342-344.

Un Comentario

  1. Astrónomo

    En efecto, como renegado el personaje es modélico. Consulta para bibliófilos: ¿es cierto que Koestler cita a Agapito en la edición temprana de un libro suyo y que posteriormente eliminó la referencia?

  2. el rufián melancólico

    Koestler publicó a principios de 1938 «L´Espagne Ensanglantée». Junto al «testamento español» y «Dialogue with Death», también publicados este mismo año, son sus únicos libros sobre la guerra civil española. De los dos primeros K. abjuró siempre por considerarlos burda propaganda realizada por encargo de Munzenberg y durante toda su vida impidió que fueran reeditados. En ellos no hay mención alguna a Agapito, que si aparece bajo el apodo de «El Tísico» en «Dialogue with Death».Será en sus memorias y en el tomo «La escritura invisible» donde revele quien era «El Tísico».«El hombre que en Dialogue with Death llamé «el tísico» fue ejecutado por este procedimiento pocos días después de haber recobrado yo mi libertad. Era uno de los tres hombres con los que yo realizaba los ejercicios físicos; se llamaba García Atadell y había sido jefe de un grupo de «vigilantes» de Madrid. No sé de ningún otro caso de ejecución por el garrote vil. fue el mismo García quien me contó que se había vuelto a poner en práctica la ejecución por el garrote; pero, según él, no creía que verdaderamente fuera utilizado. Arthur KoestlerLa Escritura InvisibleAlianza/EmecéMadrid 1974

  3. El Sablista Escapista

    La memoria es espesa como un bosque(de Katyn)y selectiva. No en vano la palabra memoria es femenina.

  4. Reinhard

    Foxá, como usted bien sabe, querido Rufián, es uno de esos grandes escritores a los que ha hecho justicia, entre otros, Andrés Trapiello.Y es que A.T. suele acertar en sus retratos.

  5. el rufián melancólico

    De la infancia y primera juventud de Atadell existe un documento relevante. Se encuentra en los fondos de Causa General y es la declaración de una mujer que obtuvo su protección. Emilia Donapetri López:Dice: que la declarante es viuda de don Rafael Rodriguez Arango, ingeniero de minas, asesinado durante la revuelta de octubre de 1934 en la cuenca minera de Asturias, en su propio domicilio, en presencia de la declarante y de los demás miembros de la familia.Que dados estos antecedentes y la significación religiosa y política de su familia y la de su difunto marido, la declarante , a quien sorprendió la revolución de 1936 en Madrid, fue objeto de investigaciones y registros por parte de las milicias y checas rojas, habiendo sido detenida por milicianos de la checa establecida en el Palacio de Villapadierna, sito en la calle Goya 10, quienes antes de llevarla a la checa, la condujeron en automóvil hasta las proximidades del cementerio del Este, indudablemente con la intención de hacerla creer que iba a ser asesinada, por dichos milicianos, a quienes interesaba averiguar el paradero de personas de la familia de la declarante que suponían refugiados en casa de la misma.Con el fin de precaverse contra estas persecuciones, la declarante acudió a García Atadell, a quien conocía desde hacía mucho tiempo, por ser este individuo natural de Vivero y haber trabajado como aprendiz en la imprenta que en dicha localidad tenía la familia del declarante.Hace constar la declarante que el referido Agapito García Atadell era hijo natural de una mujer de Vivero, habiendo sido reconocido por el padre. En dicho pueblo trabajó como aprendiz en la imprenta donde se tiraba el Heraldo de Vivero y cuando contaba dieciséis o diecisiete años, se trasladó a Madrid, no pudiendo precisar la declarante, si protegido por el señor Soto Reguera.Primeramente actuó en la Casa del Pueblo de Madrid junto a Largo Caballero, de quien discrepó más adelante, incorporándose ala fracción política que dentro del Partido Socialista estaba representada por Indalecio Prieto con quien unía a Atadell una gran amistad y confianza, pues constantemente se refería Atadell a estas relaciones, elogiando a Prieto y quejándose de Largo Caballero de quien decía lo había despedido desconsideradamente de su lado.En los viajes que Agapito hacía durante los veranos a Vivero, se dedicaba algunas veces a la propaganda socialista, al servicio de Prieto, teniendo conocimiento la declarante de que había sufrido numerosos encarcelamientos por estas campañas en Madrid.De baja moral, en consonancia con el ambiente de su familia convenció a una religiosa del convento del pueblo llamada Piedad para que se escapase con él, viviendo desde entonces ambos maritalmente en Madrid.»

  6. el rufián melancólico

    Que Atadell soñó, tal vez se lo había prometido Prieto, que caído el gobierno Giral y con un socialista presidiendo el consejo de ministros, él sería nombrado nuevo Director General de Seguridad es algo incuestionable. La llegada a la presidencia del Consejo de ministros de su «enemigo » Largo Caballero, un majadero en su opinión, le hizo ver la imposibilidad de tal empeño. En su declaración Emilia Donapetri también se hace eco de aquella decepción y recuerda el día que conoció al prisionero de más lustre de la checa: Rosario Queipo de Llano, la hermana del general.«En la checa de atadell prestaban servicios varias personas de Vivero como Pedro Penabad -individuo de peor intención que Atadell- y a quien la declarante temía, un guardia de asalto llamado Peña, que no parecía mala persona y tres mujeres que hacían el oficio de doncellas, uniformadas y con delantal de encajes.Cuando el hermano de la declarante estuvo a visitar a Atadell, éste lo recibió abierto y acogedor y le dijo que si quería una casa, un coche o una colocación a su servicio . También le manifestó, que esperaba ser enseguida Director General de Seguridad, insistiendo en estas manifestaciones en otras conversaciones sostenidas con la declarante y diciendo que en cuanto el llegase a controlar, como llegaría, todas las milicias de Madrid, que aún no habían podido ser controladas, las cosas marcharían mejor.En la puerta de la checa, prestaban servicio guardias de asalto y al salir al jardin el coche de Atadell, hasta que salía a la calle, dos milicianos armados de fusil marchaban protegiendo el coche desde los estribos del mismo, siendo corriente que el automóvil de Atadell marchara por la calle escoltado por dos o tres vehículos más ocupados por milicianos.En una ocasión, la declarante vio en la checa a una señora que se mostraba muy asustada, enterándose por el propio Atadell que se trataba de la hermana del general Queipo de Llano , pero que no pensaban hacerle nada.»

  7. Lázaro de Villaobispo

    ¡Que delicia! ¡Que edificante y amena biblioteca!Vamos Bremaneur, saque ya las uvas de Almería y los vinillos del conde que la ocasión lo merece.

  8. el rufián melancólico

    Astrónomo, es para mi un gran placer que por fin se haya decidido a visitarnos. Le hacía todavía en Buenos Aires. No se haga de rogar y póngase cómodo. El diván, aunque ajado y lleno de lamparones, es confortable y como comprobará los anaqueles están bien surtidos.Cuando hablemos de Paracuellos, su sabiduría sobre Josif Grigulevich, alias» Jose Ocampo», será impagable.

  9. el rufián melancólico

    Habla Koestler de la primera vez que vio en la cárcel de Sevilla a García Atadell: «El almuerzo había llegado un poco antes de la una, cuando todos los presos del patio iban de vuelta a sus celdas: En España se echa la siesta de una a tres, en las oficinas, en las fábricas, en el frente y en la cárcel. Durante un cuarto de hora el patio estuvo vacío.Luego en el muro opuesto a mi ventana se abrió una puerta y dos prisioneros salieron al patio. Los dos iban bien vestidos. Se pusieron de inmediato a marchar arriba y abajo con paso rápido. Uno de ellos caminaba con aire garboso, de señorito, un paso desafiante y audaz. lo bauticé «lord Byron». Su amigo iba más sereno y contenido; tenía las mejillas extremadamente hundidas y daba impresión de tísico. Giraron por todo el patio sin parar durante dos horas, hasta que dieron las tres de la tarde. Luego un guardia los recondujo ala cárcel. Diez minutos más tarde la multitud de la mañana estaba nuevamente en el patio.Arthur KoestlerDialogo con la muerteAmaranto 2004

  10. el rufián melancólico

    Por seguir las huellas de la mayoría de los hombres y mujeres de aquella brigada. Desde los «mandamases», así los llamaba el pueblo, como Pedrero, al más humilde, el cocinero. Tal vez el mismo que cocía la langosta roja de la que habla Foxá.«Francisco Albert Reigada, de 39 años, casado, confitero. Se le siguió procedimiento con el número 64155 por haber tenido intervención en asesinatos de personas que se encontraban sufriendo prisión en la cárcel de Aravaca; por haber sido adscrito por orden de su sindicato a la brigada de García Atadell, en la que actuó como cocinero; porque a la disolución de esta Brigada ingresó en las Milicias de Vigilancia de Retaguardia, actuando en los puestos establecidos en la calle de Fortuny número 37, en la de Marqués de Riscal y en el paseo del Cisne, cuyos puestos eran verdaderas checas; porque en el mes de septiembre ingresó en la Policía roja y porque en el mes de abril del año 1938 pasó voluntariamente al SIM siendo destinado al negociado de Fuerzas Blindadas y de Caballería»AHN. FFCC-CG. ramo separado nº 10. Milicias de Vigilancia de Retaguardia

  11. Anonymous

    Francisco Albert Reigada fue fusilado el 13 de julio de 1940. murió, junto a otros catorce hombres, contra las tapias del cementerio del Este de Madrid. Días antes habían corrido la misma suerte y en el mismo lugar sus hermanos Mariano y Jesús.

  12. El rufián meláncolico

    Tres años depués de su ajusticiamiento en Sevilla, el fiscal de la Causa General seguía recabando informes de Atadell.«Informe de la Comandancia de la Guardia Civil de Vivero.Ilmo. señor:Consecuente a su escrito R.S 93 de fecha 17 del actual, sobre informe de la personalidad y antecedentes de todo orden de Agapito Gaecía Atadell, que fue de esta ciudad, tengo el honor de informar a V.I. que el mismo fue natural de esta ciudad, hijo legítimo de Agapito y Antonia; se ausentó para Madrid dobre el año 1920, no volviendo a esta localidad hasta 1930 en que tomó parte en la manifestación obrera del 1º de mayo de dicho año y dio un mitin en el teatro Nemesio para organizar las sociedades obreras con un caracter violento y revolucionario. Al siguiente año, 1931, un mes despues del advenimiento de la República, volvió por ésta para dirigir las elecciones municipales y acompañado por elementos indeseables, vecinos de este municipio, recorrieron los colegios electorales para atemorizar a las personas de orden, llegando incluso a embriagar a los que le acompañaban y excitandoles a faltar al respeto de la fuerza pública, dando como consecuencia el choque con ésta. En años sucesivos no se le volvió a ver por ésta, hasta el mes de junio de 1936 en que regresó para organizar a los obreros, obligandolos a afiliarse a la UGT y CNT, persiguiendo a todo aquel que no era socio y amenazándolos para obligarles a rendirse a su política y de esta forma explotarles.Todos estos datos son de propia observancia por la fuerza de este puesto.Dios guarde a V.I. muchos años.Vivero, 26 de mayo de 1940El comandante de puesto.(firma ilegible)

  13. Lázaro de Villaobispo

    Interior noche. Voy entendiendo, Castro, la Nelken, Sandoval, Agapito… ¿A quien me dejo?Una voz en la oscuridad_¿A Santiago?Otra voz¿Al cura Sarroca?

  14. Astrónomo

    Parece que al Rufián no se le escapa ninguna fuente, impresa o en legajo. Espero que nos haga pasar por despachos y comisarías, hoteles y descampados. Pues por allí hacía entonces sus primeras armas la figura esquiva de José Ocampo, una de las identidades del extraordinario I.G., que llegó a ser el James Bond del KGB.Cuente, cuente…

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